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miércoles, 25 de enero de 2017

La empresa murciana que cerró Chernóbil

La empresa murciana que cerró Chernóbil

Puertas Padilla ha fabricado los 600 portones instalados en la emblemática central nuclear





Ginés Padilla, fundador y gerente de Puertas Padilla (izquierda), y Fernando Sánchez, director comercial de exportación. / PEDRO MARTÍNEZ



El freno a la radiactividad de la central nuclear de Chernóbil depende de Murcia. La empresa Puertas Padilla, que se fundó en 1987 y tiene su sede en la pequeña localidad de El Albujón (provincia de Murcia, con 2.902 habitantes en 2008 según el INE), ha sido la encargada de cerrar y sellar el nuevo caparazón de acero construido en la central. En total ha realizado 600 puertas para prevenir nuevas fugas radiactivas y antiincendios. “Es un premio a la empresa y al esfuerzo que hemos realizado estos años", reconoce Ginés Padilla, fundador y gerente de la compañía.

La fabricación de los portones se han llevado en su totalidad en las instalaciones de Murcia de la empresa. “Al ser una obra tan significativa, lo hicimos en nuestra fábrica de España para controlar hasta el último detalle”, explica Fernando Sánchez, director comercial de exportación de la compañía. Los portones realizados son, en su mayoría, de un metro de ancho por algo más de dos metros de alto. “Son herméticos, seguros y con una calidad extra. Cada puerta pesa cien kilos, cuando lo normal es que ronde los 60”, asegura Sánchez.




Una de las principales diferencias de este pedido ha sido el tipo de chapa usado. Los materiales utilizados han sido acero, lana de roca (es lo que interviene como cortafuegos) y plomo. “El uso del plomo es para minimizar el impacto de la radiactividad. Es importante para evitar las fugas y hacer el espacio hermético”, detalla el fundador de la empresa Ginés Padilla.

Existen diferentes tipos de materiales de blindaje contra la radiación. “El objetivo suele ser introducir un sistema que disminuya los niveles de radiación gamma. En este caso se ha hecho con el plomo que consigue absorber los electrones y dispersar la energía”, explica Jimmy Jönsson, ingeniero de seguridad contra incendios y gestión de riesgos de JVVA Fire & Risk. Jönsson aclara asimismo que la utilización de la lana de mineral sirve como antiincendios: “Posee una conductividad térmica muy baja y no es combustible”.
Las puertas se transportaron ya hechas desde Cartagena hasta la histórica central nuclear del norte de Ucrania. Cuatro camiones y nueve días hasta llegar a Chernóbil para la colocación de los portones ocho meses después de iniciar la fabricación. “Nos pidieron presupuesto y aceptaron nuestra propuesta. Trabajamos mucho en Europa del Este y tenemos buena reputación en la zona”, explica Sánchez.
Una obra emblemática que ha contado así con el sello español. El consorcio de empresas francés Novarka es el que se ha encargado de la construcción del armazón que tendrá una vida útil de un siglo, según explica Padilla. Una tarea que se inició en 2012 y que concluirá a finales de este año, tres décadas después de la colocación de la vieja estructura que protege la central desde el peor accidente nuclear de la historia. La armadura gigante de 36.000 toneladas cuenta con un presupuesto de 1.500 millones de euros, financiado por Estados donantes y el apoyo del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). El resultado: un armazón de 108 metros de altura, 162 de largo y 257 de ancho que servirá como frente a la radiactividad y capaz de soportar terremotos de más de seis grados en la escala de Richter.
En el nuevo armazón, según los expertos, la compartimentación entre sectores es vital. En ese aspecto es donde las puertas adquieren un papel muy importante. “Las barreras de separación entre los sectores están formados por paredes y puertas. Estos portones son elementos de separación móviles y constituyen un punto débil en la protección, por eso tienen que cumplir unos requisitos exigentes de calidad, instalación y mantenimiento", aclara Jönsson.


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